Más allá de la alergia primaveral

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La primavera ha llegado para quedarse;  y además de traer con ella las flores, las mariposas y el canto de los pájaros, viene acompañada de la temida alergia estacional, sufrida por mayor número de personas cada año.

Los principales síntomas vienen provocados por una inflamación de las capas internas de la nariz, lo que causa secreción nasal, estornudos o irritación de ojos, entre otros.

En la mayoría de los casos suele tratarse de factores ambientales (polen, gramíneas…) o hereditarios, algo contra lo que difícilmente se puede luchar.

¿Pero sabías que además algunas alergias florecen o se intensifican a raíz de componentes psicoemocionales que desequilibran el sistema inmunitario y provocan una reacción de hipersensibilidad en el organismo?

El poder de la mente

Está demostrado que entre personas con idéntica predisposición alérgica, son aquellas con mayor vulnerabilidad psicológica las que sufren más crisis.

Y es que el individuo alérgico se defiende continuamente y lo hace de forma evasiva, desplazando la reacción a elementos del mundo externo habitualmente neutros.

Para dar credibilidad a esta teoría, en 1958 el psicoanalista Pierre Marty -fundador de la clínica psicosomática moderna- describió la personalidad alérgica del adulto como “una manera particular de reaccionar ante las relaciones afectivas defendiéndose de los sentimientos que experimenta”.  

Por ello, el sistema nervioso actúa de puente entre el sistema psíquico de defensa y el inmunitario, formando el complejo psíquico de la alergia, compuesto por: episodio inicial desestabilizador, alérgeno y emoción.

Según el punto de vista psicosomático, cada síntoma alérgico tendría un significado.

  • Rinitis: falta de olfato y estornudos. ”No quiero percibir algo”; “quiero expulsar algo fuera de mi territorio”.
  • Conjuntivitis alérgica: Lagrimeo y picor que impiden ver correctamente. “No quiero o no puedo volver a ver algo que para mí es desestabilizador”.
  • Dermatitis alérgica: picor e hinchazón de la piel. “No quiero o no puedo estar en contacto con algo o alguien”.
  • Edema de Quincke: Se sitúa en la garganta y tiene que ver con algo no dicho o con recuerdos de ahogo.

Y es que, aunque no lo creamos, muchas sensaciones inconscientes se encuentran en lo más profundo del cerebro, lo que puede convertirse en el origen de la conexión entre la mente y los sistemas orgánicos, dando lugar a la aparición de síntomas psicosomáticos que pueden aflorar cada vez que se reproduzca una situación traumática.

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alergia,factores ambientales,factores hereditarios,primavera

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