Psicoterapia de Familia

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A menudo acuden a nuestra consulta familias para pedirnos ayuda. Hay frecuentes discusiones en casa, hijos que no atienden a las normas, padres que no saben qué hacer, hermanos que se pelean constantemente…Por ello, no es nada extraño que nos encontremos ante un ambiente familiar difícil.

65€ /sesión presencial

60€ /sesión online

¿Por qué dar el primer paso? ¿Por qué cuesta tanto ir?

No es de extrañar que cuando algo no funciona bien intentemos buscar sus causas, centrándonos en todo lo que está mal. Tarde o temprano entraremos en un círculo vicioso donde cada uno buscará sus propios culpables. Quizás dentro de una familia no se utilicen estos términos de una manera tan directa o abierta pero a todos nos suenan las etiquetas.

El mal estudiante, el rebelde, el que siempre se enfada o el que siempre grita. De esta manera parece que podemos llegar a reducir un mal ambiente familiar a unas simples malas notas o a una rabieta. Pero, ¿nos hemos preguntado alguna vez cómo reacciono yo al enfado de mi padre, al suspenso de mi hijo o a los gritos de mi mujer?

En efecto, una persona nunca está aislada dentro de la familia. La dificultad de uno va a repercutir en los demás y viceversa. Imaginemos una familia donde el adolescente se enfada porque no le dejan jugar más a ese juego de la playstation que tanto le gusta y grita. Su padre le dice que no grite mientras va elevando poco a poco la voz. Su hermana se va corriendo a su cuarto mientras da un portazo y la madre se queda paralizada mientras piensa que es mala madre por no saber frenar esa situación. El final no será bueno para ninguno de los cuatro. Por ello, habrá que intentar ver a la familia como si fuera un TODO, donde cada cual puede contribuir a la solución. Además, será más fácil acudir a terapia si me siento parte de la solución y no el culpable que origina el problema, desde luego que a nadie le gustaría presentarse de esa manera.

Quizás no todos los miembros de la familia están dispuestos a iniciar una terapia. Cada uno necesita su tiempo y momento. Pero esto no es un impedimento para iniciarla. Como la familia se trata de un sistema donde todos nos relacionamos constantemente, se puede ir trabajando aunque la familia no esté al completo en la sesión. Volviendo al ejemplo anterior, si el adolescente se enfada y grita pero su padre aprende a gestionar el enfado que le provoca que su hijo no cumpla las normas y su madre a manejar sus pensamientos sobre su capacidad de ser madre, seguramente la respuesta de los hijos será diferente la próxima vez.

¿Qué beneficios se obtienen?

Cuando nos centramos en el tipo de relaciones que hay y no tanto en las conductas aisladas de cada uno, disminuimos mucho la tensión familiar. Insisto mucho en esta idea, es fundamental que entendamos que el trabajo y el aprendizaje van a estar enfocados a cómo reaccionamos y cómo nos hace sentir el comportamiento de los demás. Por ejemplo, las peleas constantes entre hermanos pueden despertar en sus padres la idea de que lo están haciendo mal o que no son buenos padres provocando, a su vez,  sentimientos de tristeza o de enfado con ellos mismos. Si estos padres no son conscientes de esta reacción, querrán por todos los medios que sus hijos dejen de discutir, recurriendo por ejemplo a castigos, pues lo que están sintiendo no es nada agradable. Pero entonces, ¿para qué queremos que dejen de discutir? ¿Para que aprendan a relacionarse de otra manera más adaptativa o para no sentir que soy un mal padre o una mala madre?

En efecto, si queremos que nuestros hijos, parejas, hermanos o padres se comporten de una determinada manera para sentirnos bien, nos vamos a limitar a observar solo nuestras propias necesidades. Por ello, conseguimos ver el problema desde una perspectiva global más adaptativa.

No hay que olvidar que si hablamos de niños pequeños, será importante que los adultos veamos qué necesidades tienen, se las podamos señalar y satisfacer. De esta manera, podrán ir aprendiendo a identificarlas. Si a los adultos nos cuesta saber cómo nos sentimos y qué necesitamos, imaginémonos a los niños. Jugar constantemente a la playstation no es una necesidad, pero normalizar su enfado cuando no les dejamos jugar, sí.

¿Cómo trabajamos nosotros?

Trabajamos de manera conjunta con toda la familia para poder abordar adecuadamente las necesidades y reacciones de cada uno. Alternamos sesiones donde solo trabajamos con los padres y otras donde vemos a la familia al competo.

De esta manera, podemos desgranar la familia como si tuviera diferentes partes: padres/pareja e hijos/hermanos. Aunque nuestro objetivo es el bienestar global de la familia, las dificultades en una parte repercutirán en la otra. En ocasiones el trabajo irá directamente dirigido a una parte pero indirectamente favorecemos a la familia en su conjunto.

En definitiva, nuestro trabajo y objetivo es la familia. Por supuesto que se tienen en cuenta las dificultades individuales pero siempre observando y siendo conscientes de las reacciones que provocan en los demás. No siempre las cosas más evidentes son las que más nos hacen sufrir. Todos podemos ver y hablar del suspenso de un hijo o del castigo de un padre, pero pocos son conscientes de las emociones que hay debajo. Siendo esto último lo más dañino.

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