La distimia es una alteración del trastorno del ánimo que guarda una gran relación con la depresión, sin embargo es menos severa y más crónica. Por esta razón también se la conoce por el nombre «depresión menor» o «trastorno depresivo persistente».
Diferencias entre la depresión y la distimia
Es muy normal que se confundan los síntomas de la distimia y la depresión. Sin embargo la diferencia principal se encuentra en la intensidad y duración de los síntomas:
Intensidad: La intensidad de los síntomas de la distimia es más manejable que el sufrimiento que experimenta una persona con depresión mayor.
Duración: La duración de la distimia es mucho más dilatada en el tiempo que la depresión mayor, pudiendo llegar a convertirse en un trastorno crónico.
Aunque los síntomas de la distimia son menos graves que los de la depresión mayor, también producen un gran sufrimiento en la persona que los padece.
Síntomas de la distimia
Los síntomas de la distimia pueden aparecer y desaparecer a lo largo de los años, habiendo temporadas en los que la persona afectada los experimente con mayor intensidad. Tampoco es normal que los síntomas desaparezcan durante más de dos mes en cada período.
Entre los síntomas más comunes de la depresión menor podemos encontrar los siguientes:
Desánimo constante: Llegando a afectar a las relaciones sociales y a las obligaciones diarias.
Problemas con la alimentación: Ya sea por falta de apetito o por comer demasiado.
Problemas para dormir: Sensación de que el sueño no es reparador, frecuentes despertares durante la noche, somnolencia diurna.
Preocupación: Rumiación excesiva por hechos relacionado con el pasado y preocupación constante por el futuro.
Aislamiento: Evitación de actividades sociales.
Alteraciones cognitivas: Dificultad para mantener la concentración.
Disminución de la productividad: La falta de motivación trae como consecuencia un descenso de la actividad y la productividad.
Irritabilidad: Facilidad para perder la paciencia y alterarse ante cualquier pequeño imprevisto.
A pesar de su gravedad, estos síntomas no llegan a ser tan incapacitantes como los de la depresión mayor y por tanto la persona que los sufre puede haberse adaptado a ellos a lo largo de los años. Puede incluso llegar a pensar que esta manera de «pensar y sentir» forma parte de su personalidad y no hace nada por cambiarla.
Causas de la distimia
Al igual que ocurre con la depresión mayor, en la distimia encontramos una serie de causas que tanto de forma individual como en combinación, pueden llegar a producir el trastorno.
Química cerebral
La serotonina y la dopamina son dos neurotransmisores que ocupan un papel esencial en la estabilidad emocional. Si se produce alguna alteración en su funcionamiento pueden provocar un desequilibrio que acaba afectando al estado de ánimo de la persona.
Herencia
Existen estudios que demuestran que la distimia es más común que se presente en los pacientes cuyos familiares también la padecen.
Circunstancias y sucesos vitales
Diversos acontecimientos negativos de la vida como puede ser la muerte de un familiar, problemas económicos o altos niveles de estrés pueden llegar a desencadenar la distimia.
¿Cómo se diagnostica la distimia?
Como comentábamos anteriormente, es posible que la persona que sufre este trastorno lo haya llevado en silencio durante muchos años, incluso desde la infancia, y se haya adaptado a sus síntomas considerando que forman parte de su personalidad.
Debido a ello, la depresión menor puede pasar desapercibida o incluso confundirse con los síntomas de otras alteraciones mentales como la ansiedad.
Por todo ello, es raro que el paciente que sufra de distimia acuda al médico salvo en circunstancias en las que ocurre un cambio importante en su personalidad. También puede ocurrir un suceso puntual altamente negativo que magnifique alguno de los síntomas y es entonces cuando decida buscar ayuda.
Tratamiento para la distimia
La terapia cognitivo-conductual se ha demostrado de especial eficacia en el tratamiento de la depresión menor. El componente cognitivo de esta terapia trata de corregir la visión distorsionada que puede tener el paciente en relación al mundo y a sí mismo.
El componente conductual incide en el comportamiento con el objetivo de que el paciente aprenda a realizar conductas adaptativas que favorecerán su bienestar. Al mismo tiempo se le enseñará a eliminar ciertos comportamientos que pueden estar acentuando y manteniendo el problema.
Por ejemplo, es normal que una persona con depresión menor se aisle de su entorno y comience a evitar algunas actividades sociales que son potencialmente reforzantes y que podrían ayudarlo a salir poco a poco de la espiral negativa en la que se encuentra inmerso.
En los casos más resistentes, la terapia cognitivo-conductual se puede combiar junto al tratamiento farmacológico en forma de medicamentos antidepresivos.
Si crees que tanto tú como alguien de tu entorno puede estar sufriendo un trastorno de distimia, puedes contactarnos y juntos te ayudaremos a dar los pasos necesarios para que comiences a sentirte mejor.